Se han cumplido 20 años desde la Operación Indoor, que desmanteló el cultivo de cáñamo en el Tesino. El pódcast “Quegli stupefacenti anni zero” (Aquellos hipnóticos años cero), en cinco episodios, recorre ese periodo histórico.

06 mayo 2023 Marija Miladinovic / Swissinfo – tvsvizzera.it

Había un empresario toscano, un floricultor de Locarno y el fiscal del Tesino… No, no es el comienzo de un chiste, sino que son algunas de las figuras clave que marcaron la época en la que el cantón del Tesino — en el cambio de milenio— se convirtió en mercado y destino del peregrinaje de estupefacientes.

Después —hace exactamente veinte años— llegaría la operación policial y judicial —denominada Indoor— que marcó el fin de la venta libre de marihuana en una zona en la que las plantaciones de cáñamo en muy poco tiempo sustituyeron a los tomates y calabacines.

El vacío legal del que parte todo
Todo empezó unos años antes, cuando se descubrió que había un vacío legal que permitía cultivar y vender cáñamo en Suiza, siempre que no fuera para su consumo.

Así fue como —con la excusa de vender bolsitas para perfumar armarios— decenas y decenas de “tiendas de cáñamo” surgieron como setas por todo el Tesino. Desde el otro lado de la frontera llegaba tanta gente a comprar que algunas tiendas directamente fijaban el precio en liras y luego —a partir de 2002— en euros.

El pódcast “Quegli stupefacenti anni zero”Enlace externo repasa este quinquenio de locura, recordando cómo era la sociedad local de la época, pero también analizando la situación con la distancia que da el tiempo.

El proyecto —una idea del director y escritor Olmo Cerri, nacido en Lugano en 1984— ha sido producido por la Radiotelevisión Suiza (RSI), con el apoyo de la Fundación para la Radio y la Cultura y la Asociación REC.

Experiencia personal
Los cinco episodios parten de la experiencia personal del autor —adolescente en aquella época— y de la fascinación que el cáñamo suscitó tanto en él como en sus amigos. “Tengo la impresión de que en aquella época había muy poca conciencia de lo que estaba pasando, sobre todo al principio”, dice Cerri, que recuerda los numerosos discursos en aquella época sobre la liberalización de las drogas blandas.

Quién es Olmo Cerri
“Todos estábamos muy ocupados con esta nueva realidad en la que cualquiera podía plantar un poco de [marihuana] «gangia», como se llamaba entonces, o al menos conocía a alguien que la cultivaba. No nos preguntábamos si solo sería un periodo o si duraría en el tiempo. Y probablemente no tuvimos la percepción del final hasta que realmente llegó”.

Preocupación de los padres
Fue una etapa vivida a tope, asegura Cerri, que en el pódcast también cuenta su relación personal con el consumo de marihuana. “Esta percepción de legalidad que había con respecto al cáñamo no hacía que nos preocupáramos demasiado por las consecuencias”.

Aunque no ocurría lo mismo con los padres de los muchos jóvenes que en esos mismos años se aficionaron al cannabis. Incluidos los del autor, que en un momento dado expresaron su miedo enviándole una carta.

Las cifras en Suiza
“Me escribieron que me querían y que les preocupaba que fumara. Y luego me dijeron que, a lo largo de la historia, las drogas habían sido distribuidas a la juventud por el poder para controlarla e impedir que hicieran la revolución. La heroína había servido para destruir el movimiento: para hacer revoluciones hay que permanecer con lucidez. Las drogas se utilizaban para convencer a los soldados de que fueran a la guerra. Fueron realmente muy buenos y solo utilizaron argumentos retóricos, los únicos que quizás podrían haber tenido algún impacto en mí. Pero, por supuesto, no fue suficiente”, confiesa en uno de los episodios.

Todo el mundo lo sabía, pero lo evitaba
Los siguientes episodios ponen el acento en el contexto socioeconómico —y también político— que se creó en torno a este vacío legal del que mucha gente se aprovechó, es decir, “se fingía” que era una venta no destinada al consumo.

La explosión incontrolada del mercado generó, sin embargo, bastantes problemas. Un invernadero de 1 000 metros cuadrados dedicado al cultivo de hortalizas reportaba un beneficio anual de 20 000 a 25 000 francos; el beneficio con el cáñamo era de 150 000. Aunque los gastos seguían siendo los mismos.

La política también tenía gran interés en el negocio, ya que —por citar un capítulo de la historia— en aquella época varios miles de hombres y mujeres sin empleo encontraban trabajo en las plantaciones del Tesino.

Implicaciones del asunto
“Existía mucha hipocresía en general. Todo el mundo sabía que se fumaba, pero se hacía como que no. Aunque esto no era del todo malo. También tenía aspectos positivos, como la distinción entre drogas duras y drogas blandas, y permitió sacar del mercado negro estas últimas”, afirma el autor. “Incluso hoy no creo que la liberalización sea mala. Todo no puede basarse simplemente en el libre mercado, también debe haber principios éticos que regulen su venta, al igual que ocurre, por ejemplo, con los límites de edad o de aditivos impuestos a la venta de alcohol”.

La expansión descontrolada del mercado también favoreció la expansión de negocios mucho más turbios, el abuso de pesticidas y un aumento peligroso de los efectos estupefacientes de la hierba cultivada. Todo esto llevó a la fiscalía del Tesino a tomar medidas drásticas y desmantelar la producción y venta en el territorio.

¿Qué futuro le espera a la marihuana legal?
Veinte años después, muchas cosas han cambiado. Hoy, muchas ciudades de todo el mundo —desde Nueva York hasta Berlín— han abierto la puerta a la legalización o han iniciado los trámites para hacerlo.

En Suiza se ha permitido la venta de cáñamo con bajo contenido en THC o CBDEnlace externo. Además, el Parlamento federal —con una modificación de la ley votada en 2020— también ha avalado pruebas pilotoEnlace externo de dispensación controlada de marihuana para fines no médicos.

En resumen, parece que el discurso de la liberalización vuelve a estar de moda, pero a condición de que se enmarque en apuestas legislativas mucho más claras que hace veinte años.

Texto adaptado del italiano por Lupe Calvo